El acoso puede tener muchas formas: golpear o empujar (acoso físico), burlarse o insultar (acoso verbal). También presenta formas relacionales, tales como manipular las relaciones con los compañeros al divulgar rumores ofensivos, amenazar con terminar la amistad o excluir a alguien de un grupo social. Los alumnos que son acosados de cualquiera de estas formas pueden sufrir depresión y ansiedad, y además pueden tener problemas académicos.
En las últimas dos décadas, la agresión relacional ha ganado atención en los medios en abundancia. En libros, películas y sitios web se han mostrado situaciones de crueldad entre niñas, lo que creó y reforzó el estereotipo de "las niñas malas". No obstante, esta imagen popular de que las niñas son más crueles que los niños no siempre cuenta con el respaldo de las investigaciones. Aunque los datos provistos por el Departamento de Educación de los EE. UU. señalan algunas diferencias entre cómo los niños y las niñas experimentan el acoso (por ejemplo, había más probabilidades de que las niñas dijeran que habían sido acosadas verbalmente y que se habían divulgado rumores), varios estudios multiculturales de gran alcance y metaanálisis han demostrado que no hay diferencias de género en lo que respecta a la agresión relacional.
El Healthy Teens Longitudinal Study es uno de los pocos estudios científicos que ha investigado la manera en que la agresión relacional cambia durante la adolescencia. Se hizo un seguimiento a un grupo de 620 alumnos durante 7 años, que fueron interrogados todos los años desde 6.° hasta 12.° grado.
Este estudio reveló que la perpetración de la agresión relacional, tanto para niños como para niñas, era más alta en los primeros años de la escuela secundaria y disminuía en los últimos años. Sin embargo, los niños informaron un mayor nivel de agresividad que las niñas en todos los grados.
Además, y tal como se muestra en el gráfico a continuación, este estudio descubrió tres patrones de comportamientos o trayectorias que participan en la perpetración de la agresión relacional desde 6.° a 12.° grado:
- La mayoría de los alumnos (54.5 %) siguió una trayectoria consistentemente baja de agresión relacional conforme pasaba el tiempo. En otras palabras, este grupo de alumnos informó de manera constante "ninguna" o "pocas" situaciones de agresión relacional. Este grupo estaba dividido equitativamente entre niños y niñas.
- Un segundo grupo (39.0 %) siguió una trayectoria moderada de agresión relacional, e incluía más niños (55 %) que niñas (45 %).
- El tercer grupo informó un nivel muy alto de agresión relacional en los primeros años de la escuela secundaria, que disminuyó en los últimos años, pero siguió igual de elevada entre los otros dos grupos. Este pequeño grupo estaba compuesto por muchos más niños (67 %) que niñas (33 %).
En resumen, la mayoría de los alumnos evaluados informó niveles muy bajos de agresión relacional. Pero en contra a las creencias populares, se observó que los niveles más altos de agresión relacional eran más comunes entre los niños que en las niñas. Queda claro que es necesario realizar más investigaciones para comprender mejor las diferencias y similitudes en cómo los niños y las niñas viven el acoso. Mientras tanto, debemos detener el equivocado estereotipo de que la agresión relacional es un comportamiento meramente femenino, y además debemos trabajar para promover y reforzar las interacciones positivas entre todos los jóvenes.
This study was published in the journal Aggressive Behavior.