A los dos años, a Thomas Ledbetter le diagnosticaron autismo y no se esperaba que pudiese hablar. Sin embargo, gracias a un gran sistema de apoyo y el increíble trabajo realizado por su parte, él consiguió superar muchos de los obstáculos de su vida. Thomas sufrió situaciones de acoso durante la escuela primaria y secundaria y decidió convertir estas experiencias y sentimientos negativos en un diseño gráfico positivo.
Thomas comentó esto sobre su pieza: "Todas las personas en este mundo son como una flor: biológicamente similares, pero distintos personalmente y hermosos a su manera (propia)... Sin embargo, a veces estas flores atraviesan momentos que les quitan su felicidad personal, su alegría (etc.)". Con esta metáfora, Thomas esperaba crear algo que "arrojara luz en la naturaleza compleja y a veces emocionalmente ambigua del acoso" y algo que le "diera a las personas esperanza y les ayudara a abrazar a quienes son, a pesar de los obstáculos que se encuentren en su camino".
"Creé mi afiche para mi clase de Estudio en el arte de los medios. Muchas personas han visto copias impresas de mi afiche en los corredores de la escuela, me han dicho que era asombroso y me han preguntado lo que significa el arte. Luego de explicar el mensaje que quería brindar, me dijeron que en verdad les gustaba el significado del afiche y que les encanta lo inspirador y conmovedor que era. Me alegra ver que las personas entienden el mensaje que quería enviar y que se inspirar de a poco con mi afiche".
El padre de Thomas, Tom Ledbetter, es miembro de la Junta local de Educación y ha estado trabajando para aumentar la conciencia de la comunidad sobre el acoso y cómo éste impacta en los estudiantes. Él avoca constantemente a "políticas más amplias que incluyan educar a los estudiantes y el personal sobre la prevención del acoso; que creen contramedidas efectivas para prevenir el acoso; y que incluyan consecuencias que sean un freno apropiado, educativo y efectivo al acoso".
Los planes de Thomas para el futuro incluyen "enseñar a otros que las personas con una discapacidad (o una diferencia) valen tanto como cualquier otra y que todos tenemos valores". Sin embargo, más que nada, él quiere ayudar a otros a superar las adversidades y encontrar la alegría y felicidad en sus vidas. "Mi trabajo de ensueño", dice Thomas, "es convertirme en psicólogo, más específicamente en neuropsicólogo y, aunque quiero especializarme en ayudar a las personas con discapacidades neurológicas, quiero ser capaz de ayudar a todos como psicólogo y darle a las personas la capacidad de ver su valor y valía propias, un paso a la vez".